viernes, 21 de octubre de 2016

Alta Mirada sobre Altamira

ALTA MIRADA POR ALTAMIRA

El Paraje Altamira se encuentra en el extremo Sur del Valle de Uco a unos 120 Km de distancia de Mendoza Ciudad, forma parte del distrito de La Consulta, del Municipio de San Carlos, el más sureño del Valle, esta zona de aproximadamente 4 mil hectáreas fue desarrollada vitivinícolamente en los años 40 a 60, gracias al ferrocarril que llegó hasta Eugenio Bustos, un distrito vecino a unos 8 km al Este.

Eugenio Bustos era el Comendador de todas estas tierras, unas miles y miles de hectáreas en la época del fin del siglo XIX, desarrollador nato, hizo posible la llegada del tren y logró un impulso muy fuerte en la zona, bodegas, sidreras, empacadoras, aserraderos, en fin, toda la matriz productiva de la fruta se instaló en la zona.


Las bodegas, en su mayoría, se formaban en Cooperativas, los viñateros entregaban sus producciones a la gran bodega cercana a las vías y se comercializaba en su conjunto, los vinos normalmente salían en tanques hacia Maipú, en donde las grandes bodegas como Giol, Furlotti, Tomba, Arizu los utilizaban para sus mezclas, luego salia la mezcla hacia Buenos Aires, y allá, en la zona de Pacífico, se embotellaba y endamajuanaba. Así que los argentinos hemos estado tomando vino de Altamira desde hace más de 50 años.

La zona de Altamira y El Cepillo, un poco más al Sur, se forman geológicamente en el Cuaternario, con el Derrame de la cuenca del Río Tunuyan a su salida de la Cordillera Frontal, dejando una gran zona de Gravas y Arenas altamente porosas y drenantes, esta zona tiene de más de 40 mil hectáreas, así que las divisiones políticas y regulativas poco cuentan.

Ahora bien, esas pocas hectáreas de la microzona Altamireña, debido a la atención puesta por esos viñateros en sus viñas, está dando, en algunas de ellas, una calidad de uva superlativa, el Malbec de viñedos viejos, de más de 20 años, es de características particulares, color profundo con mucho de azul, muy púrpuras, debido a una piel gruesa y dura, que se desarrolla así por culpa de los fríos nocturnos, está a una altura entre los 1050 y 1100 metros s.n.m., así que también desarrolla aromas profundos, ciruelas rojas y cerezas negras, claro, son los frutales que más se instalaban en la zona; en boca son estructurados, esa piel deja mucho tanino en el vino, hay hueso para roer, de todas maneras es la estructura justa para los grados de alcohol que produce, 13,5 a 14 firme, parejo todos los años, a veces más, gracias a una climática muy estable (cambio climático aparte), eso si, se comen lindos piedrazos de manera parejita en las granizadas de Noviembre a Febrero. También encontramos Cabernet Sauvignon, en donde encontrar el famoso aroma a Cassis es más fácil que romper una copa, y los Syrah de viña vieja es un puñetazo al sentido común, demasiado rico. Los Semillón son muy particulares, el Tempranillo de viejo parral elegante y profundo, los nuevos viñedos de Cabernet Franc van a ser de calidad superlativa, en fin, de todo para todos.

Si hablamos de viñedos nuevos, de entre 5 y 15 años, cambia todo, la planta en esos años, todavía desarrolla, de manera preferente, su sistema radicular, asi que lo que manda es la Tierra, esas arenas, gravas y cantos rodados grandes como un fitito, hacen su influencia y se la transmiten a la uva, de ahí se sacan vinos muy particulares, con pH alto, alcalinos, casi filosos como la piedra viva de la que provienen, esa vivacidad la encontramos en el color, no están esos púrpuras profundos, son rojos profundos pero brillantes, aromas florales y con toques herbáceos agradables, bocas fresca, la acidez es alta pero amable, los taninos son de intensidad media, medio rugosos, con cierto relieve, ricos, diferentes pero ricos, si a eso le sumamos las “maneras” enológicas, en donde encontramos en la mayoría de los casos el uso de “huevos de cemento”, levaduras autóctonas, que dan toques medio salvajes a nivel alcohol, uso de barricas de todo tipo, edad y sabor, encontramos especímenes que son verdareras sorpresas. Todo un hervidero de ideas y fantasías.



Una de las cosas que más me gustan es la enorme atomización del viñedo, pequeños, medianos, y también algún que otro gran viñatero, se reparten las 4000 has de esta región, algunos con bodega propia en la misma región, otros con bodega en Luján o Maipú o el resto del Valle de Uco y muchos que proveen de uva a bodegas, tanto de la zona como del resto. Esta diversidad es un jardín de juegos para el paladar, todas las diferentes técnicas que se utilizan hoy en día en el mundo enológico más todos los conceptos personales se desarrollan hoy en día aquí, los vinos demuestran carácter y lo defienden, eso da un variopinto festival de etiquetas y sabores. 
Lo cual demuestra que no se puede meter a todos ellos en una sola denominación, como si los vinos de Altamira fueran todos de un mismo Perfil Gustativo, eso es un error.

Que la región es única? Lo es. Que la diversidad de sabores es impresionante? También.
Incluso podrían entrar más productores, uno se da cuenta observando en Google Earth el enorme derrame de piedras al que me refería al principio, dentro de la microdiversidad de los suelos, en donde los manchones de caliche pueden influenciar planta a planta, ese tipo de suelo es común en una vasta zona, en donde hay viñedos y elaboradores de vino muy serios y que generan aún más diversidad. Veremos.

Altamira es una región que vale y valdrá aún más.

Salud!